Dentro de las familias acomodadas romanas, la educación era un pilar fundamental en la formación del individuo. Esto incluía también a las mujeres, que además solían tener el papel de transmisoras de la cultura y las tradiciones en el hogar. Toda esta recopilación de conocimientos era recibida por los niños en los primeros años de vida antes de que pudieran ir a la escuela. Luego, la madre se encargaba de enviarlos con los mejores maestros para continuar su educación.
Imagen: Fresco de la Villa de los Misterios, Pompeya.
Plinio el Joven (s. I-II d.C.)
Quintiliano (s. I d. C.)
Séneca (s. I d.C.)
Tácito (s. I-II d.C.)
Valerio Máximo (s. I a.C. – s. I d.C.)