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Los filósofos griegos y las mujeres

Imagen: Rafael Sanzio, “La escuela de Atenas”, 1483-1520, Vaticano.

Los presocráticos

Podríamos decir que con los filósofos presocráticos germinó lo que después sería la verdadera filosofía como ciencia. Es con ellos con quien se produce el paso del mito al logos y se intenta tozudamente encontrar explicaciones que no trasciendan la naturaleza ni busquen auxilio en ninguna intervención divina. La lista abarca desde Tales hasta Demócrito, un período, los siglos VI-V a.C., en el que se produjeron también condicionamientos sociales que propiciaron que la respuesta a la curiosidad -el origen, según Aristóteles, de la filosofía- pasara inexorablemente por el uso imperativo de la razón, es decir, por el paso del mito al logos.

Sócrates

Sócrates: filósofo ateniense (470-399 a. C.), hijo de Sofronisco y Fainarate, bajó, como nos recuerda Cicerón, la filosofía del cielo en la tierra, y con él y los sofistas la filosofía cambió su centro de interés desde la reflexión sobre la naturaleza (φύσις) a la reflexión sobre el hombre. Gracias a la obra de Jenofonte y Platón, entre otros, sabemos muchas cosas sobre la vida y la muerte de Sócrates, incluso que aprendió su método filosófico, la ironía y la mayéutica, gracias a la enseñanza de una mujer: la hetera Diotima de Mantinea, o que fue amigo de Aspasia, la compañera sentimental de Pericles, y según los autores clásicos maestra del filósofo en retórica (Platón, Menexeno 235 e; Jenofonte, Memorabilia II, 6, 6 – Plutarco, Vida de Pericles 24, 5; Ateneo, Convite de los sabios V, 219 b-219 e). Asimismo, no podemos olvidar que el arte de la mayéutica tiene muy parecido con la profesión de su madre: matrona (μαῖα o μαιεύτρια, entre otras muchas denominaciones).

Platón

Platón: filósofo ateniense (427-347 a. C.), discípulo destacado de Sócrates, e hijo de Aristón y Perictione, siguió la estela de su maestro y bajo la aparente defensa de una igualdad de los sexos perpetuó una concepción patriarcal y defensora de la superioridad natural de los varones sobre las mujeres. El hecho de que ésta fue la opción de Platón tiene una gran importancia para la historia de la mujer en la antigüedad, ya que el Académico se convirtió, junto con Aristóteles, en el filósofo en mayúsculas y, por tanto, su sombra fue tan alargada que incluso llega hasta nuestros días. Se le puede entender, que no justificar, por el hecho de que Platón sea hijo de su tiempo y, así, su concepción sobre la mujer no difiere demasiado de las ideas dominantes sobre las diferencias de los sexos en el Atenas del siglo V y IV a. C. A su favor, sin embargo, sí cabe destacar que en su obra no encontramos expresiones ofensivas contra las mujeres, ni la ira tan común del imaginario griego sobre el miedo que generan las mujeres, una emoción irracional que provoca en paralelo un sentimiento de rechazo y hostilidad contra el sexo femenino.

Aristóteles

La reflexión filosófica de Aristóteles (384-322 a. C.) sobre la mujer es, sin duda, la que más influencia ha tenido a lo largo de los siglos, tanto por la importancia de quien fue considerado como el Filósofo, como porqué el Estagirita reflexionó sobre el papel y función de la mujer desde un punto de vista social y político, así como por su justificación de la subordinación femenina por razones de carácter biológico. En algunos aspectos continuó la reflexión de los filósofos presocráticos, pero en conjunto fue mucho más allá, en especial porque con él se inaugura la biología como ciencia, si bien dando un barniz de cientificidad a un buen número de prejuicios y tópicos sobre la inferioridad de las mujeres heredadas de la tradición misógina griega, presentando esta subordinación femenina a los hombres como algo justificado por la propia naturaleza.

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Henryk Siemiradzki. Friné se dispone a bañarse en la playa de Eleusis. 1889.
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La prostitución en la Grecia antigua

(Texto introductorio)

Imagen: Henryk Siemiradzki, «Friné en el festival de Poseidón en Eleusis, 1889, Museo Estatal Ruso de San Petersburgo

Aristófanes (s. V-IV a.C.)

Ateneo de Náucratis (s. II-III d.C.)

Diógenes Laercio (s. II-III d.C.)

Elio Aristides (s. II d.C.)

Estrabón (s. I a.C-s. I d.C)

Dionisio de Halicarnaso ( s. I a.C)

Filóstrato (s. II-III d.C.)

Herodoto (s. V a.C.)

Jenofonte (s. V-IV a.C.)

Luciano de Samósata (s. II d.C.)

Máximo de Tiro (s. II-III d.C.)

Pausanias (s. II d.C.)

Platón (s. V-IV a.C.)

Plutarco (s. I-II d.C.)

Safo (s. VII-VI a.C.)

Teodoreto de Ciro (s. IV-V d.C.)

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Safo

(Texto introductorio)

Imagen: Fresco de una mujer con una tablilla de cera (supuestamente Safo), Museo Nacional de Nápoles.

Safo_Sexualidad(a)

Safo_Sexualidad(b)

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La educación de las mujeres en la antigua Roma

Dentro de las familias acomodadas romanas, la educación era un pilar fundamental en la formación del individuo. Esto incluía también a las mujeres, que además solían tener el papel de transmisoras de la cultura y las tradiciones en el hogar. Toda esta recopilación de conocimientos era recibida por los niños en los primeros años de vida antes de que pudieran ir a la escuela. Luego, la madre se encargaba de enviarlos con los mejores maestros para continuar su educación.

Imagen: Fresco de la Villa de los Misterios, Pompeya.

Plinio el Joven (s. I-II d.C.)

Quintiliano (s. I d. C.)

Séneca (s. I d.C.)

Tácito (s. I-II d.C.)

Valerio Máximo (s. I a.C. – s. I d.C.)

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Las mujeres en la política romana

A lo largo de toda la historia romana, a las mujeres se les privó de la posibilidad de ejercer ningún poder político de facto. Sin embargo, aquellas madres, esposas, hermanas e hijas de senadores y dirigentes no fueron ajenas a la realidad política de su contexto. Como tal, a menudo influyeron en las decisiones de sus compañeros masculinos. Por suerte, nos han llegado diversas menciones en las fuentes clásicas plasmando una realidad que en ocasiones no se tiene suficientemente presente.

Imagen: Laurent de La Hyre, «Cornelia rechaza la corona de Ptolomeo VIII», Museo de Bellas Artes de Budapest.

Apiano (s. I-II d.C.)

Dionisio de Halicarnaso (s. I a.C.)

Justiniano (s. V-VI d.C.)

Plinio el Joven (s. I-II d.C.)

Plutarco (s. I-II d.C.)

Suetonio (s. I-II d.C.)

Tácito (s. I-II d.C.)

Tito Livio (s. I a.C.-I d.C.)

Valerio Máximo (s. I a.C.-s. I d.C.)

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Esclavas en la antigua Roma

Como ocurre en otros contextos socioculturales, la pluralidad caracteriza al género femenino también en la Roma antigua. La condición jurídica marca una importante diferencia, razón por la cual al enfrentarnos a los testimonios en los que aparecen esclavas hemos de considerar el grupo social, además de los estereotipos de género. La vida cotidiana de estas mujeres asimismo pudo verse condicionada por la edad, el trabajo, la sexualidad e, incluso, por la relación con la familia propietaria. En cualquier caso, su posición social dificulta nuestro acceso a conocer una parte importante de “su historia”. Por este motivo, cualquier mención o referencia en fuentes de muy diversa índole adquiere tanta importancia. Al estudiarlas y divulgarlas damos un paso hacia visibilizar qué significa ser esclava en la Roma de la Antigüedad. 

Imagen: Mosaico de una matrona en su baño con dos esclavas, Termas de Sidi Ghrib, Museo Nacional de Cartago.